martes, 20 de marzo de 2012

LOS NEUTRINOS DE EINSTEIN

Los neutrinos de Einstein pululan por las ondas de mi cocina a primera hora de la mañana. Bailan a mi alrededor, las muy putas y me vacilan con gracejo por ser más rápidas que la madre que las parió, las partículas de marras. Con la cocina en sombra y arrastrando mi doliente cuerpo de un lado a otro, en la radio suenan las siete de la mañana . El locutor recuerda que en las islas Canarias aún están durmiendo mientras yo a duras penas puedo mantener los ojos abiertos cortando las tres naranjas para mi zumo diario, que se acompaña con un café con leche y tostada,  tres nueces y un puñado de  arándanos.
Los neutrinos han desaparecido por la ventana y yo, monotonía de mí a cuestas, preparo los bártulos para comenzar otra jornada de trabajo.
Me acuerdo de Fernando Pessoa y le imagino saliendo de su casa rumbo a su trabajo de contable,meditando a paso lento por las angostas calles hasta desembocar a la calle  Doradores, donde soñaba despierto en anhelos alejados de su cotidianidad .
 Las ocho y media. Recojo mi bolsa de trabajo, salgo por la puerta consolándome con la presente certidumbre de que al menos el tiempo sigue pasando delante  de mis narices y que otra blanca pincelada  despunta de mi aún oscuro cabello. La conciencia de la inconsciencia de la vida llena entonces el espacio dejado por los neutrinos de Einstein.

domingo, 4 de marzo de 2012

ROPA CON SU OLOR


Ropas con su olor,
paños con su aroma.

Se alejó en su cuerpo,
me dejó en sus ropas.

Lecho sin calor,
sábana de sombra.
Se ausentó en su cuerpo.
Se quedó en sus ropas.


Miguel Hernández
Cancionero y romancero de ausencias