"El mundo nihilista es en su esencia un mundo que se reduce cada vez más, lo que necesariamente coincide con el movimiento hacia el punto cero", escribió Ernst Jünger. Un ejemplo de una reducción de esta clase se encuentra donde Dios es concebido como "el bien", o en la inclinación a buscar un denominador común para todas las complicadas tendencias que existen en el mundo, o en la inclinación a la especialización, que es otra forma de reducción, o en la voluntad que convierte todo en números, la belleza, así como el bosque, así como el arte, así como los cuerpos. Porque, ¿qué es el dinero sino una magnitud que equipara las cosas más distintas para que se puedan vender?. O como escribe Jünger:"Poco a poco todos los ámbitos se incluirán en este denominador comun, incluso una residencia tan apartada de la causalidad como es el sueño". En nuestro siglo, nuestros sueños son iguales, incluso los sueños son algo que vendemos. Del mismo valor, sólo que es otra manera de decir indiferente.
Karl Ove Knausgärd
Un Hombre enamorado
Mi lucha II