A mí me empiezan a entrar dudas. Un estentóreo grito me despertó. ”¿Qué ocurre?”, pensé. Al poco de oír la voz de auxilio, un enjambre de sombras me rodeaba, batiendo sus brazos sobre mi cuerpo como en una especie de ritual purificador. Solo que en este caso, los hechiceros llevaban batas blancas y sus agitadas voces repetían:” ¡Se nos va, se nos va!”. Todo fue muy rápido. Lo cierto es que no he vuelto a saber nada de ellos. A veces, los sueños parecen tan reales...