Y dio otro bocado. El último y voraz bocado antes de subir al cuadrilátero. El estómago le rugía de hambre y ahí estaba Ringo, el viejo boxeador, frente a una joven promesa del pugilismo. Frente a frente, las dos miradas. La experiencia de quien vuelve de un camino recorrido y la mirada limpia y obtusa de la juventud, siempre joven, ciega de triunfos y clamores. Ringo luchaba por llevarse al gaznate algo de comer,….pero la juventud pedía paso a gritos. Un croché acabó con Ringo en la fría lona de la realidad, donde los sueños acaban a golpes.