En Bilbao no suele nevar muy a menudo. La última vez que cuajo la nieve yo tenía siete años. Las clases se
suspendieron. Lejos de quedarme en casa,bajé a jugar con mis amigos. La recuerdo como una época feliz.
Desde la ventana, veía al lechero con su burro bajando la empinada cuesta. Mientras yo miraba absorto al enjuto cuadrúpedo cargado de cantaros de leche, mi madre aprovechaba para darme la comida...
Ahora, casi treinta años después, la nieve ha vuelto a cuajar y soy yo quien da de comer a mi madre. Mientras tanto, ella mira desde la
ventana, viendo pasar el tiempo...