Papa solía morirse dos veces al día, una antes de la comida y la otra poco antes de la cena, pues mi papa siempre decía que el morir da mucha hambre. Debía ser cierto, a tenor de como mi papa devoraba el plato de comida que mama le ponía en la mesa. Yo me quedaba absorto, mirando su gesto ausente y su tez ajada y pálida como el blanco de la pared.
Un día, en la escuela, la profesora nos preguntó a que se dedicaban nuestros papas. Tras barajar las opciones y sin conocer con exactitud sus ocupaciones luctuosas, respondí: mi papa, señorita, es un superviviente...
yo como tu padre tambien intento ser un superviviente de cada dia ....
ResponderEliminarcomo te va por madrid , por aki te echamos de menos en las madrugadas portugalujas ....
Eppaaaaaaa!!!!
ResponderEliminarSi, yo tambien hecho de menos las noches de Portugalete... y sus madrugadas.
Pronto estaré por allí, dando la lata.
On the road again...
Un abrazo y gracias x seguir el blog ;)