Hace unos pocos minutos que mi padre se ha acostado. Sus párpados se han ido cerrando desde tempranas horas de la tarde. Va cayendo el sol y en la calle el otrora bullicio de los coches y transeúntes deja paso a las rezagadas voces de una tarde estival y al chirriante sonido de las últimas persianas que indican el final de la jornada comercial.
Hace unos pocos minutos, como iba diciendo, mi padre se ha acostado. Le he ayudado ha levantarse del sofá donde ha pasado buena parte de la tarde dormido. Aun con los ojos cerrados y sin apenas equilibrio se agarra a mi cintura y durante unos segundos permanece inmóvil, recostando su cabeza sobre mi pecho. Es entonces cuando los papeles de padre e hijo parecen invertirse y es en ese mismo instante cuando una sensacion de cariño y desasosiego rompe dentro de mí...
Otro día más.
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