miércoles, 30 de junio de 2010
martes, 29 de junio de 2010
LAS OTRAS
Hace una semana quite las telarañas de algunas cajas que había en el trastero. Entre mucho trapo viejo y cacharrería varia me encontré,¡ sorpresa!, la vieja cámara familiar que llevaba en casa desde el pleistoceno medio. Haciendo memoria y viendo alguna de las fotos pegadas en los álbumes familiares, calculo que la Halina Paulette tendrá unos treinta y tantos años.
Halina Paulette. Tiene nombre de cantante francesa de los años 70, esta Halina Paulette. Con la treintena sobre sus espaldas Halina se conserva bastante bien, aunque anda un poco miope(como yo) de enfoque y mide la luz como le viene en gana. La muy cachonda deja la puerta de su casa abierta porque no tiene con que cerrarla así que me he ofrecido para arreglarle la cosa con un poco de cinta aislante. Je, je ...lo que no sabe esta Halina es que le voy a meter el rollito cuando me venga en gana y...¡¡Zas!!. Tengo ganas de probarla, de hecho ya tiene un rollo caducado de T-max 3200 para que vaya calentando la machine.
Unos meses atrás también llegó a mis manos otra preciosidad, negra y ligera a la vez que divertida y cachonda. Se llamaba Holga o así me lo hizo saber de inmediato. Un sencillo cartel frontal anunciaba su nombre, Holga 120N . A esta belleza ni le pregunté su edad, me dio palo. No vaya a ser, pensé, que la muy jodida se ofenda y el rollito me salga quemao con el vacile. Además,desde el primer roce noté que su cuerpo era de plástico...
Espero que no tengan celos la una de la otra. Mientras tanto, evitaré comentarles que no son las únicas...
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lunes, 28 de junio de 2010
domingo, 27 de junio de 2010
11:30 h.
Tengo cientos, miles de fotografías de mi familia. Hasta hace cuatro o cinco años apenas les hacía fotos. ¿El motivo? Escribía Susan Sontag que cuando se tiene miedo se dispara y que cuando se tiene nostalgia se hacen fotos. El ejemplo que daba S. Sontag eran los cazadores que armados de grandes rifles buscaban cobrarse el mayor número de piezas posibles. Cuando los grandes mamíferos africanos comenzaron a extinguirse, algunos de estos mismos cazadores cambiaron sus rifles por cámaras fotográficas.
Estas dos fotografías hechas a mi padre están tomadas durante el aseo matutino, exactamente a las 11:30 h. de un día cualquiera. Su rutina matinal consiste en desayunar, lavarse y hacia las 12:00 h. prepararse para que le saquen a pasear. El trayecto suele ser el mismo casi todos los días.
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viernes, 25 de junio de 2010
HIMNOS
Pepe Risi y Loquillo se juntaron para tocar uno de los grandes clásicos del rock, Que hace una chica como tú en un sitio como éste, de Burning.
Todos tenemos nuestros propios himnos, nuestra indeleble banda sonora que nos acompaña allá donde vamos, a sabiendas que en el momento menos esperado sonará en algún lugar o tal vez sólo en el disco duro de nuestra memoria.
Será entonces cuando recordemos tiempos pasados parejos a esa canción, porque todo himno(personal o colectivo) requiere de un pasado al que evocar, de unos acontecimientos que sucedieron a la par de esa canción si bien no en un preciso instante sí en un concreto periodo de nuestras vidas.
Ahí queda la cosa. Cada cual que tararee los suyos. Mientras tanto, ¡ tócala otra vez, Pepe...!
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lunes, 21 de junio de 2010
ME GUSTARÍA SABER...
Estos retratos los he encontrado buceando por la red. Parecen ser todos del mismo autor por el motivo y el tratamiento que ha dado a las fotografías. Si algun@ sabe de que autor se trata...
En Flickr tiene una carpeta con cincuenta y nueve fotografías donde lo que más me ha llamado la atención, aparte del tratamiento técnico, ha sido la valentía del autor(??) para encararse frontalmente con los retratados. No son fotos robadas desde la distancia física o emocional sino más bien hechas desde una empatía recíproca entre fotógrafo y retratado.
La atmosfera me retrotrae a la fotografía de finales del siglo XIX en autores como Julia Margaret Cameron o a la fotografía japonesa y europea de pasado siglo XX en autores como Keizo Kitajima o Anders Petersen.
Las fotografías también me llevan al tema de la indigencia, de la gente sin hogar o que viven en una situación de penuria y desarraigo social...
sábado, 19 de junio de 2010
viernes, 18 de junio de 2010
LA HUESUDA
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La comitiva estaba detenida frente a un portal y sus sombras tamizaban de negro los baldosines de la acera. Estas mismas sombras se pisaban unas con otras pero ninguna se daba por violentada, incluso eran ruinmente atropelladas por los vehículos que pasaban por la estrecha calzada sin el menor indicio de crispación. Y La huesuda sin mover su oscuro rictus permanecía impasible, sin despegar la mirada de la puerta del portal.
Al de pocos minutos la puerta se entreabrió. Un grupo de personas fueron saliendo en silencio. Las adustas miradas de los que salían se perdían entre las que llevaban un tiempo en la acera. Todos terminaban haciendo el mismo gesto tras el cual sus miradas se clavaban en el suelo como esperando una respuesta del sufrido pavimento. De repente, un estentóreo grito de dolor sumió en un sordo silencio a la comitiva. Del sombrío portal apareció una desconsolada mujer, pálida como el plomizo cielo que ahora presagiaba tormenta . Su mohíno rostro lo cubría con unas gafas de sol negras que hacían juego con su vestido y sus zapatos. Todos los allí presentes hicieron un pasillo por donde dejar pasar la escuálida sombra, escoltada por dos hombres que la llevaban a un coche aparcado frente a su casa.
Caminaba por las calles de Madrid sin brújula ni reloj, dejando que mis pasos me llevaran a cualquier lugar. Desde una angosta calle desértica se escuchaba el tañido de una campana tocando al Ángelus. Doblé la esquina y allí estaba ella, La huesuda. Por un instante, un recio escalofrío me impidió dar un paso más hacia delante. De hecho, creo que retrocedí al sentirla frente a mí, tan elegante, fría y soberbia .
No estaba sola. Alrededor suyo un grupo de acólitos gregarios usurpaban la estrecha acera impidiendo el ordinario fluir de los transeúntes. Se la notaba embriagada de poder, de autoridad. Nadie le dirigió una sola palabra mientras yo contemplaba la escena atónito, deseoso de gritar su nombre pero con miedo a que me mirase despechada por no tenerme aún entre su grupo de fieles.
La comitiva estaba detenida frente a un portal y sus sombras tamizaban de negro los baldosines de la acera. Estas mismas sombras se pisaban unas con otras pero ninguna se daba por violentada, incluso eran ruinmente atropelladas por los vehículos que pasaban por la estrecha calzada sin el menor indicio de crispación. Y La huesuda sin mover su oscuro rictus permanecía impasible, sin despegar la mirada de la puerta del portal.
Al de pocos minutos la puerta se entreabrió. Un grupo de personas fueron saliendo en silencio. Las adustas miradas de los que salían se perdían entre las que llevaban un tiempo en la acera. Todos terminaban haciendo el mismo gesto tras el cual sus miradas se clavaban en el suelo como esperando una respuesta del sufrido pavimento. De repente, un estentóreo grito de dolor sumió en un sordo silencio a la comitiva. Del sombrío portal apareció una desconsolada mujer, pálida como el plomizo cielo que ahora presagiaba tormenta . Su mohíno rostro lo cubría con unas gafas de sol negras que hacían juego con su vestido y sus zapatos. Todos los allí presentes hicieron un pasillo por donde dejar pasar la escuálida sombra, escoltada por dos hombres que la llevaban a un coche aparcado frente a su casa.
Yo me encontraba tan ofuscado, tan sorprendido por aquella puesta en escena que por unos momentos me había olvidado de ella. Pero no se había ido, sino que seguía en la misma posición en la que me la había encontrado al doblar la esquina. Diría que aún más crecida tras ver a la pobre mujer que iba arrastrando su cuerpo entre el pasillo de oscuras siluetas sin cabeza. Justo antes de llegar a la puerta del coche, la desvaída viuda tuvo fuerzas para levantar la cabeza y clavar su mirada en La huesuda. De su boca nació una gélida sonrisa de suficiencia y en la mirada sólo se traslucía la expresión de quien se sabe ganadora de la partida .
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Relato corto
miércoles, 16 de junio de 2010
domingo, 13 de junio de 2010
miércoles, 9 de junio de 2010
ELIGE VIDA
Elige la vida.
Elige un empleo,
elige una carrera,
elige una familia,
elige un televisor grande que te cagas,
elige lavadoras, coches, equipos de compact disc y abrelatas eléctricos.
Elige la salud, colesterol bajo y seguros dentales,
elige pagar hipotecas a interés fijo,
elige un piso piloto,
elige a tus amigos.
Elige ropa deportiva y maletas a juego.
Elige pagar a plazos un traje de marca en una amplia gama de putos tejidos.
Elige el bricolaje y pregúntate quien coño eres los domingos por la mañana.
Elige sentarte en el sofá a ver concursos que embotan la mente y aplastan el espíritu mientras llenas tu boca de puta comida basura.
Elige pudrirte de viejo cagandote y meandote encima en un asilo miserable siendo una carga para los niñatos egoístas y hechos polvo que has engendrado para reemplazarte.
Elige tu futuro.
Elige vida.
Danny Boyle
Trainspotting
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martes, 8 de junio de 2010
lunes, 7 de junio de 2010
domingo, 6 de junio de 2010
ESPERANDO UN SUEÑO
El hirsuto pelo reposaba sobre la mullida almohada y un frió hilo de sudor resbalaba por su desnudo cuello. Sus rasgados ojos permanecían fijos en algún punto del blanco techo, sobre el que la luz de una farola dibujaba amorfas figuras espectrales.
Silencio. Tan solo el cadencioso tic tac del reloj de mesa se atrevía a irrumpir en el manso delirio interior que la joven estaba viviendo.
La hierba había hecho su efecto hacía tiempo. Solía fumarla para calmar esa clase de dolor que no tiene otra cura que el sueño, un dolor sordo e iracundo que la atenazaba desde hacia una semana. La cuenta atrás había comenzado y el metálico tic tac que inundaba el dormitorio atestiguaba el inexorable paso del tiempo, la cercanía de su final.
Pero ella aún no lo sabía.
El sonido de un coche irrumpió en el silencio de la noche. Sus luces penetraron en la habitación como el rayo que anuncia una tormenta y de repente ella supo lo que iba a suceder. Pero los efectos de la marihuana constreñían la movilidad de su cuerpo. Fue entonces cuando girando su desnudo cuello hacia la ventana observó la luz que se filtraba por entre las cortinas y recordó, antes de morir, aquel poema que acababa así... esperando un sueño.
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Relato corto
viernes, 4 de junio de 2010
NANCY REXROTH
Hace pocas fechas descubrí a Nancy Rexroth, una fotógrafa estadounidense que entre 1971 y 1976 realizó este excelente trabajo. Por entonces tenía treinta y tantos años y con una cámara de plástico nos acerca a los evocadores recuerdos de su infancia en Iowa a finales de los años 40 y principios de los 50. El trabajo se titula Iowa, aunque las fotos fueron tomadas en Ohio.
Su trabajo me parece brutal, la manera en que se sirve de la cámara para transmitir nostalgia, el modo de sugerir sin mostrar nitidamente el contenido de la imagen. Las aberraciones de la cámara juegan a favor de lo que quiere transmitir porque según ella misma explica, la cámara Diana es perfecta para transportarme a lo que no se ve en la fotografía, lo que está por detrás...me lleva a una región desconocida.
Según Ms. Rexroth, con este trabajo volvió a redescubrir la Iowa del pasado a través del Ohio presente. La soleada Iowa fue transformada por la memoria en la oscura Iowa con un sentimiento de melancolía. La cámara Diana fue la herramienta perfecta para transmitir estas sensaciones.
Cada día me resulta más difícil emocionarme con los trabajos que veo por internet o que la gente me enseña, pero cuando tengo la suerte de ver un trabajo como el de Nancy Rexroth me digo cuanto me queda por aprender y una mezcla de júbilo e impotencia se adueña de mí durante unos instantes...
Su trabajo me parece brutal, la manera en que se sirve de la cámara para transmitir nostalgia, el modo de sugerir sin mostrar nitidamente el contenido de la imagen. Las aberraciones de la cámara juegan a favor de lo que quiere transmitir porque según ella misma explica, la cámara Diana es perfecta para transportarme a lo que no se ve en la fotografía, lo que está por detrás...me lleva a una región desconocida.
Según Ms. Rexroth, con este trabajo volvió a redescubrir la Iowa del pasado a través del Ohio presente. La soleada Iowa fue transformada por la memoria en la oscura Iowa con un sentimiento de melancolía. La cámara Diana fue la herramienta perfecta para transmitir estas sensaciones.
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fotografía
jueves, 3 de junio de 2010
miércoles, 2 de junio de 2010
DIAS A OSCURAS
La cosa empezó así. A plena luz del día hace más de quince años. La cámara era prestada, no se ni siquiera a quien pertenecía. Creo recordar que era rusa. No estoy seguro. Sólo se que al llegar a casa abrí la cámara, extraje toda la película del chasis y un rato después volví a cargarla de nuevo...
Tardé una semana en disparar todo el carrete y un sólo día, el que revelé este mi primer carrete, para aprender una de las reglas básicas de la fotografía: la paciencia.
Tardé una semana en disparar todo el carrete y un sólo día, el que revelé este mi primer carrete, para aprender una de las reglas básicas de la fotografía: la paciencia.
Días en los que para positivar una copia de papel baritado era necesario coger un bidón de cinco litros, bajar dos plantas de un edificio, llenarlo de agua caliente( cuando digo caliente es muy, muy caliente), volver a subir las escaleras hasta la tercera planta y meterse en una especie de claustrofóbico agujero que hacia las funciones de laboratorio.
Recuerdo el olor a químico impregnarse en la ropa durante días y un viejo radiocassete que vomitaba los sueños de una generación al ritmo de rock n´roll: Eskorbuto, La Polla Record, Iron Maiden, ...
De esa época también recuerdo el ambiente de camaradería, la buena onda y unas ganas locas de comernos el mundo. Nuestra ambición era inversamente proporcional a los conocimientos de fotografía, que por aquel entonces se limitaban a ojear las fotografías de la prensa diaria y de alguna revista especializada que de pascuas a ramos caía en nuestras manos. Los Bresson, Capa, Sieff y compañía vinieron después.
Mientras tanto, seguiamos porteando las garrafas de agua caliente entre planta y planta, entre revelado, paro y fijado. Teminabamos las jornadas con los brazos entumecidos y con unos lamparones amarillos en las copias que hacian saltar lagrimones de impotencia y rabia.
Al de un tiempo, las grúas hicieron su trabajo y convirtieron el laboratorio en grises garajes, igual de oscuros y malolientes pero sin ese calor humano que recuerdo rodeaba nuestras tardes de revelado, paro y fijador. La ropa dejo de oler a químico y nuestros marmóreos rostros vieron la luz del sol.La misma luz que un día velo mi primer carrete.
Puta fotografía.
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