La costumbre arrincona cualquier atisbo de improvisación, la monotonía dominical aplicable al resto del día, de la semana... Una cosa suele ser distinta los Domingos al resto de días. La música vuelve a sonar en casa y la radio queda aparcada durante unas horas. Celosa, espera el momento de cobrarse la ofensa a lo largo de la semana."¡Malditas pilas!".
Suena en el estéreo
Down to you , de Bonnie Raitt. ¡Hurra por la eterna pelirroja!. El culo se me despega de la silla mientras la pista del disco salta a la siguiente canción,
Take my love with you.
Una llamada al móvil. Mi tía se muere en un hospital de Madrid. Infarto cerebral, me comenta mi hermana. Cuelgo el teléfono. Pienso.
Una vuelta a las lineas ya escritas de esta entrada,
La costumbre arrincona cualquier atisbo de improvisación. Otra lección de la vida. Mientras, la aguja continua surcando la superficie del vinilo dando luz a mi aturdida mente. El sol sigue brillando ahí fuera y Leo, mi gato, se lame la barriga ufano de ser el rey de la casa, indolente a la infausta noticia.
La última canción del disco
God only knows acompaña a las últimas lineas de esta entrada. Las teclas del ordenador y las del piano se acompasan para despedir una vida, para dar paso a otra nueva y para desear, por mi parte, que el sol vuelva a salir mañana para todos.