domingo, 12 de agosto de 2012

COMO SER ICARO Y NO CAER EN EL INTENTO



Las distancias ya no son espaciales, no se miden por una regla métrica, sino más bien temporales. Cronometramos el tiempo empleado en desplazarnos de un sitio a otro y así cuantificamos lo cerca o lejos que se encuentran entre sí.
 Así rezaba una frase que leí hace poco en una exposición de artistas multidisciplinares en el IVAM de Valencia. De la exposición salí igual que había entrado, sin un concepto claro de lo visto y con el firme proposito,aún en débito, de buscar en internet la definición de artista, multidisciplinar y lenocinio.
 Carezco de interés por medición temporal o espacial alguna, al menos aplicable a mis encapsulados ensoñamientos atemporales, donde me limito a observar el cielo y, como si de Icaro batiendo sus alas de cera se tratase, seguir con la vista a ese ave que, cada día que aparece por delante de mi ventana, me transporta planeando al paraíso soñado, sin cuaderno de bitácora alguno, pues las fronteras de los mapas no son más que representaciones abstractas vinculadas al mundo del hombre moderno, que en su estúpido olimpo de ciencia ha conquistado la realidad pero ha perdido el sueño.